Hola chicos, aquí yo con una entrada. Es un relato que presentaré en mi club de escritura a la vuelta de las vacaciones. La temática era empezar por la frase subrayada y de ahí que surgiera lo que surgiera. He decidido darle un toque oscuro y lúgubre. Disfrutarlo ;D
Unas horas, quizá días
Tienen
la costumbre de enterrar a sus muertos cabeza abajo. Piezas expuestas,
mostrándose el cuerpo ahora inerte y sin vida, vacío, frío, putrefacto a cada
segundo. Las extremidades agarrotándose, los muertos en tensión cuál presa disecada.
Ojos vacíos y planos ,sin profundidad; solo silencio. Olvidados yacen abiertos vigilando aún desde el otro mundo. Los
labios rojizos perdiendo su color, purpuras ahora son resquebrajados. Heridas supurantes, sangre seca y podrida
rezumaba un olor nauseabundo, repulsivo, corrompido. Espeluznantes, con cadenas en los pies, los cuerpos
colgados caminando por el cielo y besando los suelos.
Pronto
el cansancio me invadió. Unos ojos negros captaron mi atención antes de desvanecerme en el mundo de los sueños. Aún boca abajo y sin vida me observaban. Un
brillo en ellos hallé, un mero instante, en el cual me pregunté si los ojos de un muerto podrían
albergar brillo alguno.
Una semana, quizá más
Los
cuerpos han perdido su rigidez, cuelgan lánguidos pudriéndose están desde dentro; inhumanas criaturas corroyéndolos, agujereando, desgarrando y devorando. Mantienen
sus ropas y peinados; lo que fueron antes de caer en aquel
dormir incesante.
Siento
que pierdo la consciencia, mi lengua agrietada busca algo para humedecerse. La
saliva se extravió, la necesidad de agua quema mi garganta, me desgarra por
dentro; es insoportable. Miré
aquellos ojos ahogándome en el polvo y envuelto en brazos del aire sucio; me
devolvieron la mirada del revés, de nuevo aquel brillo en sus ojos.
¿Meses?
Bailaban
de lado a lado con sutiles movimientos. Perdí mi invitación y excluido ahora
estoy. Elegantes las moscas revoloteando entre los invitados. Plena
indiferencia en sus facciones, cómodos en sus camas, danzando con brazos
adormecidos y piernas torturadas. Pelos extravagantes escapando de su portador,
ropas desgastadas arropando al no viviente. Palidez sobrenatural, cadavéricos
ojos negros insondables perdidos en la cuenca
oscurecida. Todos sin vida, sin textura, sin humanidad, llenos de la nada. Unos
en concreto seguían su camino a mi maltratado anfitrión, otra vez aquel brillo
puntual.
¿Años?
El
baile continúa. Algunas cuerdas han sido cortadas. La humedad se acumula, las
cucarachas se reúnen en el suelo, acogiendo a los caídos. El golpe ensordece
mis oídos, martillea mis tímpanos. Terminado el baile, los caídos fueron retirados,
limpiando el escenario para los nuevos títeres.
Desde
mi rincón envidioso observaba. El banquete ha comenzado; los bailarines caídos son devorados. Las ratas al fin
llegaron, correteando por la cueva lideraban la obra que allí se representaba. ¿Por
qué no puedo pertenecer? ¿Por qué? La comida y el agua ya no me satisfacen,
¿por qué no unirme al banquete?
Los
ojos negros ahora se reían de mí, brillaban fantasmagóricos. Un chasquido se oye. Aquellos ojos sin vida, escondiendo su mirada
muerta, caen junto al cuerpo. El martilleo vuelve, acuchilla mi ser. Un último
brillo capto en aquellos ojos antes que las ratas se apoderen del cadáver
carcomido.
Entonces me pregunté si los ojos de un muerto podrían
albergar brillo alguno o simplemente fue una mera ilusión que se aferró fervientemente en mi
para mantenerme cuerdo en este baile de mugre y polvo.
para mantenerme cuerdo en este baile de mugre y polvo.
